Predio familiar es hoy administrado por las tres hijas de Secundino Fernández: Karina, Ximena y Geraldine. Es un paraíso que nos recibe en isla Riesco, mirando hacia el canal que también lleva el mismo nombre.
Xena nos mira desde el techo de su casa. Con aire pasivo, pero expectante. De pronto, lanza un rugido que nos recuerda que detrás de su carita simpática, yace una fiera. Se trata de un puma hembra que hoy, alejada de su hábitat natural, reina en Estancia Fitz Roy. Con tamaño guardián, el asombro nos lleva a preguntar: ¿Dónde más uno puede encontrar en un solo lugar lo mejor de las tradiciones ganaderas, lo más bello del paisaje regional y lo más agreste de nuestra fauna endémica? Sí, porque pocos sitios reúnen en Magallanes todas estas condiciones y las ofrecen, puertas abiertas, a los visitantes, junto con la más típica comida regional, la calidez y cordialidad de sus dueños y un vasto museo que se despliega desde la entrada hasta el último rincón. En Estancia Fitz Roy, de propiedad de Secundino Fernández, un eterno aventurero de la Patagonia, todo eso se puede vivir y experimentar. Hoy, este hombre, amante de las motocicletas y de recorrer caminos, descansa en sus hijas, quienes están a cargo de administrar el negocio familiar. Karina, Ximena, Geraldine se sienten herederas de las tradiciones magallánicas y de todas las enseñanzas de su padre y tratan de traspasar a sus visitantes toda esa experiencia, para que quienes vayan a Estancia Fitz Roy palpen la vida de antaño y regresen a sus hogares reconfortados y valorando lo que nos distingue como región. A sólo 91 kilómetros al norponiente de Punta Arenas, en la costa de isla Riesco, se puede llegar a Estancia Fitz Roy por tierra, por el camino a la comuna de Río Verde. A la altura de la municipalidad, está el cruce en ferry, que actualmente lo realiza la empresa Transbordadora Austral Broom y su nave Bahía Azul. Cada una hora, en menos de cinco minutos se remonta precisamente el canal que lleva el mismo nombre de la estancia: Fitz Roy. Ello, en honor de Robert Fitz Roy, el vicealmirante de la Marina Real Británica (1805-1865), quien cobró fama al haber sido el comandante de la nave HMS Beagle, en que el naturalista inglés Charles Darwin dio la vuelta al mundo (1831-1836). Agroturismo El desarrollo del proyecto de agroturismo comenzó en los albores del año 2000, pero cobró fuerza ya en 2003. Revivir el pasado resulta inevitable, cuando uno cruza el portón de Estancia Fitz Roy. Ello, porque al costado del camino principal de entrada comienza a desplegarse un verdadero museo que nos muestra todo tipo de objetos, enseres de las estancias antiguas, herramientas de trabajo, máquinas y autos de antaño. Las denominadas “cocinas magallánicas” se nos presentan en fila a un costado del quincho principal. Maquinarias de trabajo y de uso doméstico y hasta una avioneta de aquellos años… Eso es sólo la antesala de lo que se nos ofrece en el gran galpón de esquila, hoy convertido en una amplia exhibición de herramientas, tazas, lavamanos, cocinas, lazos, alfombras, carteles y publicidad antigua, planchas, lámparas, entre muchísimas, muchísimas cosas. Lo más impresionante es que aquella vasta muestra es el resultado de los paseos de Secundino por las playas de la isla y su manía de recolectar todo lo que otros quieren desechar. Esquila y paseos a caballo En una esquina de este atiborrado galpón todavía se puede hacer la esquila de las ovejas de la estancia. De hecho, sus visitantes pueden ser testigos de una de las prácticas más antiguas, que consiste en despojar del vellón al animal a punta de cortes de grandes tijeras y expertas manos. Luego, para aprender cómo se trabaja en el campo, los visitantes pueden no sólo observar, sino ellos mismos participar en el baño que reciben las ovejas para desparasitarlas, hundiéndolas en el canal de agua con desinfectante que permite librarlas del melófago ovino, más conocido como falsa garrapata. Paseos a caballo y en carreta son parte de lo que se puede disfrutar, pasando por praderas y la gruta de la virgen de madera. Capilla de San Nicolás En medio de una formación boscosa, se levanta la capilla de San Nicolás, construida por las propias manos de su dueño, don Secundino, y otros dos ayudantes, durante los tres meses de invierno del año 2003. Usando la madera nativa (lenga) y reciclando elementos como ruedas de carretas y otros, se creó esta capilla que nació para cumplir el sueño de una de sus hijas: casarse en isla Riesco. Una de nuestras anfitrionas, Geraldine, cuenta con mucha gracia cómo la familia se enteró del compromiso de su hermana y cómo su padre se puso tenso al saber de las intenciones matrimoniales. Al preguntarle a Ximena, la entonces casadera, dónde quería dar su “Sí”, dijo que le hubiese gustado hacerlo en su isla amada, pero que estaba resignada a que tendría que hacerlo en Punta Arenas porque en la isla Riesco no había ninguna capilla. ¡Qué le han dicho a su padre! Y ahí está hoy la casa de oración, abierta a toda la comunidad isleña. Xena, la guardiana Tan peculiar como esta historia, es la de Xena, la puma que nos mira con desconfianza y que, a ratos, nos ruge. Un día, Secundino llegó a su casa en Punta Arenas con esta pumita de sólo tres meses. Se pidió permiso al Sag y Xena se convirtió en la mascota del hogar. Ello, hasta que la dueña de casa reclamó y hubo que trasladarla a Estancia Fitz Roy. Allí está en un sitio resguardado, que permite a los visitantes disfrutar de su presencia, pero sin riesgo. Xena come un cordero a la semana. Tiene su genio y días en que Geraldine puede, sin ningún problema, ingresar para darle su comida. En otros momentos, ello es simplemente imposible. Pero, sin duda, Xena es hoy una de las principales atracciones de la estancia.
Fuente; FEM www.fempatagonia.cl
No hay comentarios:
Publicar un comentario